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Aprendiendo a pedir

"Aún cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones; desean solamente lo que les dará placer." Santiago 4:3 NTV  Dios siempre va a contestar la oración de sus hijos, nos va a responder cuando lo que pedimos está alineado a su voluntad y no a la nuestra, Dios siempre va a tener una respuesta favorable a nuestra oración si sabemos pedir. El saber pedir no tiene que ver con la forma cómo pedimos a Dios, no es el volumen que usamos al orar, o a la cantidad de veces que lo hagamos, sino que tiene que ver con la intención con la que pedimos, no es la forma exterior sino lo que nos está motivando a pedir, lo que hay en nuestro interior. Si nuestra intención o motivación no está en sintonía con el propósito que Dios tiene para con nosotros entonces no podemos recibir lo que deseamos, porque Dios como un Padre que sabe dar lo mejor a sus hijos, no nos dará algo que nos alejará de su propósito y de él mismo.   Por eso, lo más importante, antes de pedirle a
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¿Cómo vemos a Dios?

Desde niños nuestros padres se convierten en una figura de referencia en nuestras relaciones con las demás personas, así como también con Dios. Esto quiere decir que, si tuvimos malas experiencias o una mala relación con nuestros padres, indudablemente tendremos dificultades para entablar relaciones sanas a lo largo de nuestra vida. De igual forma, esto también afectará nuestra imagen de Dios porque siempre estaremos cuestionando:  ¿cómo puede un Dios amoroso permitir que me pasara esto? o  ¿porqué no le importa mi sufrimiento? Este mismo tipo de preguntas también surgen al ver las problemáticas que enfrenta el mundo entero: enfermedades, violencia, hambre, injusticias, etc. Y si meditamos en esto un poco, nos daremos cuenta que la raíz de todo este cuestionamiento y negatividad es porque hay raíces de amargura en nuestro corazón por causa del pasado, heridas que aún no han sido sanadas debido a que nos aferramos a todo lo malo que nos ha sucedido. No es fácil perdonar, es verdad, pe

Protocolo del perdón

Mateo 18:15-20: 15 »Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta  (1 ) . Si te hace caso, has ganado a tu hermano. 16 Pero, si no, lleva contigo a uno o dos más , para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos ” (2). 17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia  (3); y, si incluso a la iglesia no le hace caso , trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado (4).  18 »Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.  19 »Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo . 20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Jesús está enseñando la manera correcta de traer resolución de un conflicto, a eso le llamamos protocolo: 1)  Habla

Parábola: El siervo y el perdón

*Leer Mateo 18:15-35 A través de esta parábola, Jesús nos da un mensaje claro a todos nosotros: la importancia del perdón en el Reino de los Cielos. Si leen los versículos del 23 al 27, notarán que El Rey está representando a Dios y el siervo a cada uno de nosotros. La deuda que el siervo tenía era de miles y miles de monedas, las cuales hoy equivaldrían a un billón de dólares (en esos tiempos las monedas eran de plata maciza), ¿bastante grand e era esa suma de dinero no? Pues, en semejanza con nuestra realidad, todos nosotros hemos pecado a lo largo de nuestra vida, han sido muchos nuestros errores, pero Dios a través del sacrificio de Jesús en la cruz ha saldado nuestra millonaria deuda.   Por otro lado, los versículos del 28 al 31, muestran nuestra condición y relación con nuestro prójimo. En este cuadro el siervo perdonado y liberado de su deuda por el rey, no tiene compasión ni perdona la deuda menor que le debía uno de sus colegas. Este tan solo debía cien denarios,

Parábola: La casa sobre la roca

A través de cada parábola hemos aprendido ideas poderosas que nos dotan de las herramientas correctas para vivir nuestra vida cristiana. Hasta este momento podríamos intuir que un buen seguidor de Jesús es el que se afana por leer la palabra, escuchar prédicas, etc. En los tiempos de Jesús, muchas personas le perseguían para escucharle, pero El quiso dejar una enseñanza clave sobre todo lo que habían escuchado de El: de nada les iba a valer ser reconocidos como oidores si no ponían de inmediato sus palabras en práctica. La parábola de la casa sobre a roca descrita en Mateo 24:7 es preciosa, leámos juntos: Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,   le compararé a un hombre prudente , que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato,  que edificó su c

Parábola: El sembrador y los terrenos

El Maestro, al salir de casa donde estaba y sentarse junto al mar, vio una cantidad de gente inusual que deseaba escuchar sus palabras. Era este el momento para hablar a sus corazones a través de la parábola del sembrador. Leámos juntos en Mateo 13: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga. S

Parábola: La moneda perdida

- Lectura: Lucas 15:8-10 Jesús solía usar parábolas porque estas eran ejemplos claros de la cotidianidad del pueblo de Israel, y de esta forma ellos podrían comprender mejor sus enseñanzas espirituales.   La parábola de la moneda perdida nos habla de la diligencia del Señor por buscar a cada uno de los perdidos. Así como la mujer enciende una lámpara y barre su casa incansablemente hasta encontrar su moneda de plata (en esos tiempos un dracma romano representaba el salario de un día), de igual forma, para Dios todos somos muy valiosos. Por tal motivo, Jesús quería que tanto los líderes religiosos de Israel como las personas que lo seguían, dimensionaran el gran amor de Dios por nosotros, su creación.   ¿Acaso si cada uno de nosotros perdiéramos algún objeto de valor no lo buscaríamos? ¿No haríamos esfuerzos por recuperarlo? Mediten en estas preguntas. Los pisos de las casas de aquella época eran rocosos, por lo cual, es normal llegar a pensar que la moneda extrav